Me encuentro saliendo de
una amigdalitis con placas. Estuve muy dolorida, con fiebre no muy alta pero
persistente y un cansancio corporal importante. Cuando los síntomas de
cualquier afección comienzan, uno todavía no sabe bien qué es lo que tiene o de
quién se contagió (como para anticipar lo que podría desarrollarse). Los
médicos suelen recomendar 24 a 48 hs de observación de la fiebre, si es que
hay, y de la evolución de los síntomas que vayan apareciendo para poder diagnosticar
y recetar la medicación necesaria. En mi caso fue posible tomar antibiótico
porque aparecieron placas, sinónimo de un desarrollo bacteriano, pero muchas
veces los síntomas solo son un malestar difuso de dolor de garganta, mucosidad,
tos y a veces dolor de cabeza leve, usualmente causados por virus, y en esos
casos los antibióticos no sirven. Uno siente que no puede hacer mucho más que
esperar a que se pase. Pero, tanto en infecciones bacterianas como virales, desde
el comienzo de los síntomas ayuda mucho probar remedios caseros muy útiles en
esta época del año.
Té de jengibre, limón y
miel
Ingredientes:
Jengibre, un trozo
pequeño
Agua, 1 taza
Limón, 1
Miel, 1 cucharada
Preparación:
Pelar un poco de jengibre
fresco. Rallar (o sacar escamas con pelapapa) aproximadamente 1 cucharadita (para
obtener un sabor picante intermedio). Poner el jengibre en un jarrito con el
agua y llevar al fuego. Hervir durante 5 a 10 min a fuego suave sin tapar. Dejar
reposar unos minutos y colar en la taza. Exprimir el limón y agregar el jugo al
té de jengibre. Por último incorporar una buena cucharada de miel.
Este té se puede tomar 2
a 3 veces al día, según los síntomas y la tolerancia personal. No es
recomendable tomarlo por la noche antes de dormir ya que al ser altamente energizante
puede dar dolor de cabeza e insomnio.
El jengibre es un rizoma
(tallo subterráneo) de sabor alimonado y picante, originario de Asia pero
actualmente cultivado en todas las regiones tropicales del mundo. Alivia la
inflamación y la fiebre, reduce la congestión nasal y es expectorante. Tiene
propiedades antisépticas y antivirales. Su sabor picante ayuda a la circulación
de la sangre y al estancamiento de la energía, brindando calor
al cuerpo.
El limón es un gran
aliado contra las afecciones respiratorias: desde resfríos, gripes y catarros
hasta bronquitis y neumonías. Desinfecta y tonifica las mucosas de las membranas.
También es un agente antimicrobiano, en especial en enfermedades
contagiosas como suelen ser las de la garganta, y ayuda a calmar la tos.
Además, es una fuente importante de vitamina C.
La miel le da dulzor a
la infusión, equilibrando el picante del jengibre. Ayuda a suavizar la garganta
dolorida ya que tiene propiedades cicatrizantes y antiinflamatorias.
Gárgaras con bicarbonato
de sodio
Una cucharada de
bicarbonato de sodio en un vaso con agua es suficiente para varias gárgaras. Pueden
hacerse varias veces en el día, según la necesidad personal. De chica solía
tener anginas con placas con frecuencia y mi abuela siempre me recordaba que me
hiciera gárgaras con bicarbonato. Gracias abuela!
Las gárgaras con bicarbonato
ayudan mucho a aflojar y liberar la mucosidad local de la garganta. El
bicarbonato de sodio cambia el pH ácido de la garganta afectada, dificultando
la proliferación de las bacterias que nos enferman.
Simhasana: postura del
león
Para los que practican
yoga, y para los que no también!, esta postura es muy fácil de hacer y super recomendable
para limpiar la garganta y la lengua, y las enfermedades de la garganta, oídos
y boca. También es beneficiosa para el funcionamiento de las cuerdas vocales y
mejora la tonalidad de la voz. Aumenta el riego sanguíneo en toda la zona de la
mandíbula y es una automasaje facial.
Hay muchas versiones de
esta postura: puede hacerse de pie o sentado, las manos pueden apuntar hacia el
cuerpo o hacia afuera. Lo importante es mantener los ojos bien abiertos y
exhalar con la mayor energía posible.
La que yo practico en mi
clase de yoga es así:
Me ubico de pie, con los
pies separados un poco más que el ancho de caderas. Las rodillas están
suavemente flexionadas. Los brazos flojos se ubican al costado del cuerpo. Miro
al frente un punto fijo, inhalo y llevo las manos sobre los muslos justo debajo
de la articulación entre la cadera y la pierna. Exhalo emitiendo un fuerte
sonido “ah!”, similar al rugido del león, y sacando la lengua lo más que puedo,
mientras las manos con los dedos bien abiertos se deslizan hacia las rodillas.
Esto da como resultado que la espalda baja levemente y queda inclinada hacia
adelante. Repito desde el inicio varias veces. Observo entre cada repetición
cómo se siente mi garganta y cómo impacta esta postura en el resto del cuerpo.
Agradezco muy
especialmente a mi profe de yoga Isabelle que fue quien me la enseñó.
Espero que estos
remedios les ayuden a pasar mejor las enfermedades respiratorias y que les
inspiren a buscar otros remedios caseros, e incluso recordar lo que las abuelas
y mamás nos preparaban de chicos para estos momentos. Con gusto pueden
escribirnos y compartirlos!
Artículo escrito por: Eliana Melignani