En la actualidad a pesar de los avances tecnológicos y el supuesto
desarrollo productivo, social y comercial de la civilización globalizada; el
planeta cuenta con más hambrientos que nunca en la historia, mil millones de
los siete mil millones que somos. Cuando hablamos de hambrientos nos referimos
a personas que viven en extrema pobreza o con menos de un dólar por día. A
pesar de esto, paradójicamente casi un tercio de los alimentos producidos
anualmente en el mundo se desperdician. Para entender éstas cifras, si repartiéramos
los alimentos que se tiran a la basura entre la población hambrienta del mundo,
cada una se llevaría ¡1300 kg al año! En este sentido cabe aclarar el significado
de pérdida y desperdicio de alimento. El primer término se refiere a alimentos
que se deterioran por factores climáticos o falta de infraestructura adecuada,
más ligado a los países “en desarrollo”; diferenciándolo de los desperdicios
que se refiere a alimentos en condiciones de ser consumidos pero que se descartan
por “fallas” en su aspecto, consumo excesivo o prácticas inadecuadas dentro del
sistema de producción promovidas por el marketing, la publicidad y el
funcionamiento del mercado dentro de las sociedades consumistas. Siendo en éste
último caso el “consumidor” el eslabón más importante del despilfarro y el
principal derrochador involucrando cerca del 40% del total de alimentos
desperdiciado.
Frente a esta realidad invitamos a reeducarnos a través del aprendizaje, la
observación y el respeto hacia el
alimento y los ciclos naturales de donde ellos proceden. Proponemos una
práctica desde las “5 Rs” como eje
para el cambio de nuestro accionar cotidiano: reducir o minimizar los desperdicios ligados a nuestra alimentación;
reutilizar elementos valiosos del embalaje
de productos como envases de vidrio, plástico y envoltorios mediante usos
alternativos; redistribuir los
excedentes de alimentos a través de intercambio, donaciones o ventas justas; reciclar materia y energía de los procesos
de producción de alimentos para disminuir pérdidas en los flujos; y rechazar el consumo y prácticas
inadecuadas o en exceso que afianzan las causas que deseamos revertir.
El motor de cambio que pulsamos es compartiendo experiencias, ideas y
poniendo en marcha proyectos individuales y/o colectivos enfocados a conocer y aprovechar lo que la ciudad nos
brinda a través de sus plantas como alimento, medicina natural y materiales.
Esto puede hacerse mediante la práctica de la huerta urbana orgánica, recolección
de fruta dentro de la ciudad, recuperación de fruta, verdura y otros alimentos en
buen estado, aprovechamiento de hierbas silvestres comestibles, aromáticas y
medicinales, elaboración de conservas y establecimiento de redes de intercambio
y comercio justo para los productos elaborados, etc. Te invitamos a participar! Si te sentís identificad@ con el proyecto te invitamos a formar parte subiendo tus experiencias al blog o a través de grupos de acción. Contactate con nosotros y multipliquemos los esfuerzos!
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