Espiral prácticas apropiadas: Patrimonio natural y cultural… patrimonio privatizado

Llevamos más de cinco meses de viaje. Hemos recorrido varias hermosas ciudades con imponentes iglesias, catedrales, muros incas y una bella arquitectura además de sentir entornos naturales de indescriptible belleza. Sin embargo, durante este período hemos observado que salvo excepciones esa belleza no está exenta de títulos de nobleza y honores como declaraciones de la UNESCO de Patrimonio cultural, Santuario Natural, asignaciones como Parques Nacionales, Áreas Biológicas, Ecológicas y/o Protegidas. Los cuales son asignados en muchos casos con nobles objetivos que solo quedan plasmados en papeles archivados con tales membrecías.

En estos tiempos que corren donde aún damos tanta importancia a dichos títulos y honores, el concepto de turismo se come todo lo que encuentra en su camino; más cuando tales destinos o sitos cuentan con tan honorable pedigree. A causa de esto, surgen miles de circuitos turísticos para recorrer hermosos lugares tales como los Circuitos religiosos para ingresar a las iglesias y catedrales de diferentes ciudades, los circuitos de turismo espiritual o chamánico para visitar la selva y participar de ceremonias de sanación con plantas sagradas. A esto se le suma abundantes restricciones como el ingreso con guías “autorizados” a diferentes parques o zonas naturales, entre otras. Además, no podemos dejar de mencionar la creciente popularidad que logran alcanzar ciertos destinos recibiendo miles de turistas diariamente como si se tratase de una figurita, es decir una fotografía que hay que poner en el álbum de la vida. Y como broche de oro tales destinos englobados en los “Circuitos Turísticos” tienen en su mayoría elevados costos y restricciones de ingreso. En este sentido pudimos ver que es necesario pagar para ingresar a iglesias, cementerios o simplemente caminar por pueblos que fueron declarados patrimonio cultural. Que no está permitido ingresar a la selva peruana sin guía o que hay que anotarse con meses de anticipación para ingresar al Huayna Picchu en el Santuario Macchu Picchu, además de obviamente pagar las costosas entradas.

Tren a Macchu Picchu que se paga
en dolares

Hora pico en el Parque
Arqueológico Ollantaytambo

Así, nos preguntamos ¿cómo es posible que estas cosas ocurran? ¿En qué momento llegamos a tener que pagar para conocer una iglesia o no poder caminar libremente por un espacio natural como la selva o por un pueblo? Por otra parte, recorriendo otros bellos lugares sin tales membrecías es increíble notar que antes de recibir dichas declaraciones o asignaciones de patrimonio u otros no existían tales o tan elevados costos de ingresos ni semejante cantidad de visitantes diarios. Como remate final y consecuente de tales asignaciones, no solo se imponen e incrementan los costos y restricciones para las visitas sino que también avanza la mole de hormigón en infraestructuras para aumentar las “comodidades para el visitante” justificando así los costos. Observamos convertirse sitios naturales en “Shoppings Naturales” donde lo natural cada vez está más limitado, enrejado y encajonado en sectores rodeados por senderos cementosos, vías de trenes, etc. De este modo, se logra la cosificación de la naturaleza y alejamiento del hombre como si este no fuera parte de ella. Entonces, los carteles nos dicen “deténgase y mire aquí”, “tómese una foto en este sitio”, “no camine, tómese el tren”, etc.

Chinchero, pueblo en el que hay que
pagar para caminar por su plaza principal

Estas experiencias vividas nos hacen sentir más que nunca lo difícil que es actuar por lo que realmente sentimos y no por lo que nos dicen que debemos hacer quienes tienen los títulos y honores. Hoy pienso que debemos sentir más internamente que somos y queremos y menos en los títulos y papelitos de colores; que debemos escuchar más a nuestro corazón en lugar de a nuestra cabeza y ser más que hacer.