jueves, 11 de septiembre de 2014

Puerto Maldonado: reflexiones sobre la selva y la ciudad


Ya estamos en la selva, es un hecho. Lo demuestra el exuberante paisaje. El viaje se ha vuelto un poco pesado, muchas curvas y no tenemos demasiado que comer. A todo eso hay que sumarle un calor y humedad intenso. Nuestro micro está completo, llevamos más de 15 hs desde que nos subimos en Puno.



Vista desde la ruta

La máquina que nos transporta no es lujosa, ni demasiado espaciosa, se complica encontrar una posición cómoda. Pero el paisaje y saber que vamos a llegar donde nunca estuvimos lo compensa todo, además nuestra mutua compañía hace suavizar todas las asperezas.


Puente sobre el río Madre de Dios


¿Cómo será esta ciudad pegada a la inmensa selva amazónica?, ubicada en uno de los ramales del río Amazonas más impresionantes: el Madre de Dios. Muy cerca de comunidades de “no contactados”, gente que voluntariamente o no decide continuar con su forma de vida dentro de la naturaleza, sin contacto con la civilización moderna en pleno siglo XXI.


No somos más que observadores, no tenemos expectativas. Ya estamos llegando. Lo primero es cambiar nuestras ropas de abrigo de las zonas andinas de Perú a otras ligeras. El clima es caluroso y húmedo aunque estamos en el mes de julio.

La terminal de ómnibus se encuentra a un par de kilómetros del centro de la ciudad llamada Puerto Maldonado. A pesar de contar con una larga historia de extracción de recursos naturales que incluye el boom del caucho, oro e hidrocarburos; cuenta con una extensa superficie de selva virgen.


Sin embargo al salir de la terminal y dirigirnos al centro de la ciudad de 200 mil habitantes vemos que el paisaje ha cambiado completamente, largas avenidas repletas de moto-taxis, motos y autos. Los aromas frescos de la selva son reemplazados por el aire viciado del cemento, escaso arbolado público, etc.; nos hace pensar que la selva (presente a pocos metros) es sólo un sueño.


Torre de la biodiversidad
Vista desde la torre
Se nos presenta una pregunta, ¿Por qué decidimos vivir en ciudades tan artificiales donde no se siente la presencia de los ambientes que se sitúan en el lugar donde han sido edificadas? Sarcásticamente Puerto Maldonado es el centro de la biodiversidad de Perú, con una torre enorme donde se puede apreciar toda la ciudad y el horizonte verde amazónico silencioso opacado por la gran urbe. Juntos caminando por sus calles, reflexionamos: las ciudades no deben ser así, son sólo convenciones de cómo deben ser. Mucha de la gente que vemos no es oriunda de la selva, vienen de otras grandes ciudades como Lima movidos por las oportunidades económicas como la minería. Sin herencia ni cultura respecto a lo natural y su forma de aprovechamiento.

Zona de reserva sobre el Bajo Tambopata
Muy poco, digamos que nada, pesa la selva para la ciudad. Muchísima gente vive y vivirá dentro de los ritmos y las exigencias urbanas como horarios, locales, comercios, bancos, dinero, etc. Sentados en la Plaza de armas sentimos que las ciudades no tienen identidad, bien podría ser Buenos Aires, Lima o Santa Cruz; ya que nada nos recuerda la inmensa selva que la circunda.

¿Por qué no vivir conectados también con los ritmos naturales, los aromas de los ecosistemas circundantes, sus frutos y sus recursos de forma respetuosa y agradable para sus habitantes? Las ciudades de diseño español no son la única forma de vivir aunque cada vez más y más gente es urbana. Eso nos recuerda a las ruinas de ciudades Incas, donde viviendas, templos y zonas agrarias se encontraban entrelazadas en un majestuoso escenario natural con total conservación y respeto por la naturaleza. Es más, a veces pensamos lo interesante que fueron este u otro tipo de ciudades emplazadas en los escenarios más increíbles y embellecidas por sus construcciones.

En el comedor NINOS ONLUS
Unos días después de recorrer la ciudad, descubrir que los tours a la selva son en precio dólar y parar en un hotel muy ruidoso que daba a una calle principal, nos contactamos con Alessandro quien lidera la fundación NINOS ONLUS1. Allí funciona  un comedor de niños en una zona vulnerable de las afueras de Puerto Maldonado. Por suerte no todo en la ciudad es duro y frío. Es increíble ver una obra tan bella desarrollada por prácticamente una sola persona. Además del comedor se desarrolla un jardín de infantes y se proyecta una panadería para su autofinanciamiento, ya que en la actualidad Alessandro consigue los fondos de donaciones particulares desde Italia. Además de lo concreto de ayudar con la alimentación de los niños vemos que se busca conectarlos con el deporte y la vida al aire libre; proyectándose también un área de deportes y una pileta comunitaria en sus inmediaciones mucho más verdes.

Jugando en el jardín de infantes con los niños
 Con más preguntas que respuestas dejamos Puerto Maldonado, otras alternativas son reales sin la necesidad de volver a ser “no contactados”. Variadas comunidades, entornos rurales y proyectos familiares en los que estamos compartiendo nos lo demuestran. Donde lo natural y lo artificial son mejor aprovechados para una forma de vida más sana y disfrutable.
Futuro horno panadero
Es nuestra decisión vivir como deseamos,  poniéndole fin al maltrato ambiental, hacia la gente y a mandatos sociales obsoletos. Sentimos que no hay límites reales, sólo poner toda nuestra energía en cumplir nuestras metas. Si no es así, ¿en qué estamos entregando nuestro tiempo?

1 http://www.ninosonlus.it/


En la entrada del comedor con Alessandro


Adentrándonos en la selva





1 comentario:

  1. Q buena onda, chicos!! tuve una sensación similar al estar en Puyo, Ecuador. Q sigan las experiencias y los aprendizajes!! Buen camino!

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