miércoles, 20 de febrero de 2013

Aprovechamiento de los ecosistemas urbanos

En la actualidad a pesar de los avances tecnológicos y el supuesto desarrollo productivo, social y comercial de la civilización globalizada; el planeta cuenta con más hambrientos que nunca en la historia, mil millones de los siete mil millones que somos. Cuando hablamos de hambrientos nos referimos a personas que viven en extrema pobreza o con menos de un dólar por día. A pesar de esto, paradójicamente casi un tercio de los alimentos producidos anualmente en el mundo se desperdician. Para entender éstas cifras, si repartiéramos los alimentos que se tiran a la basura entre la población hambrienta del mundo, cada una se llevaría ¡1300 kg al año! En este sentido cabe aclarar el significado de pérdida y desperdicio de alimento. El primer término se refiere a alimentos que se deterioran por factores climáticos o falta de infraestructura adecuada, más ligado a los países “en desarrollo”; diferenciándolo de los desperdicios que se refiere a alimentos en condiciones de ser consumidos pero que se descartan por “fallas” en su aspecto, consumo excesivo o prácticas inadecuadas dentro del sistema de producción promovidas por el marketing, la publicidad y el funcionamiento del mercado dentro de las sociedades consumistas. Siendo en éste último caso el “consumidor” el eslabón más importante del despilfarro y el principal derrochador involucrando cerca del 40% del total de alimentos desperdiciado.  
Frente a esta realidad invitamos a reeducarnos a través del aprendizaje, la observación  y el respeto hacia el alimento y los ciclos naturales de donde ellos proceden. Proponemos una práctica desde las “5 Rs” como eje para el cambio de nuestro accionar cotidiano: reducir o minimizar los desperdicios ligados a nuestra alimentación; reutilizar elementos valiosos del embalaje de productos como envases de vidrio, plástico y envoltorios mediante usos alternativos; redistribuir los excedentes de alimentos a través de intercambio, donaciones o ventas justas; reciclar materia y energía de los procesos de producción de alimentos para disminuir pérdidas en los flujos; y rechazar el consumo y prácticas inadecuadas o en exceso que afianzan las causas que deseamos revertir.
El motor de cambio que pulsamos es compartiendo experiencias, ideas y poniendo en marcha proyectos individuales y/o colectivos enfocados a conocer y aprovechar lo que la ciudad nos brinda a través de sus plantas como alimento, medicina natural y materiales. Esto puede hacerse mediante la práctica de la huerta urbana orgánica, recolección de fruta dentro de la ciudad, recuperación de fruta, verdura y otros alimentos en buen estado, aprovechamiento de hierbas silvestres comestibles, aromáticas y medicinales, elaboración de conservas y establecimiento de redes de intercambio y comercio justo para los productos elaborados, etc.

Te invitamos a participar! Si te sentís identificad@ con el proyecto te invitamos a formar parte subiendo tus experiencias al blog o a través de grupos de acción. Contactate con nosotros y multipliquemos los esfuerzos!

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